Sentido agudo para la observación
Un buen empresario detecta un negocio donde el resto solo ve caos. Por esta razón el empresario debe estar al corriente e informado constantemente de toda la realidad micro y macro económica y social que lo rodee (a nivel nacional y mundial también).
Capacidad de tomar riesgos medidos
Un buen empresario está atento a las variaciones del mercado, sabe tomar riesgos medidos y bien estudiados. Por esta razón el empresario está en constante movimiento y atento ante cualquier variación del mercado y la competencia, a innovaciones tecnológicas pertinentes, la política y economía nacional y mundial, entre otra cantidad de información que dependerá de cada rubro en particular según sea la empresa a la que pertenezca el empresario.
Toma de decisiones acertadas
Estas decisiones que toma el empresario deben ser en pos de la mejora de la compañía. No se trata de una decisión en base a un beneficio personal sino que piensa siempre en la toma de decisiones según convenga o no a la empresa.
Así, puede encontrarse frente a una decisión que convenga económicamente a la compañía pero de la cual él (a nivel personal) no está de acuerdo. De todos modos el empresario vela por el crecimiento ininterrumpido de la empresa haciendo a un lado sus apreciaciones personales en cuanto a la toma de decisiones.
Responsabilidad
Un gran empresario es capaz de seguir su plan de acción con motivación hacia sí mismo y hacia sus empleados, respetando tiempos y parámetros del plan de acción de la compañía.
Autoconfianza
El empresario cree en su proyecto, en sus metas y en sus capacidades. Tiene una visión de futuro y confía en su intuición.
Posee una gran capacidad de análisis pero también tiene un ojo entrenado para la detección de problemas, ya que utiliza su sentido de la observación pudiendo ver a futuro y dar un paso adelante de cada situación determinada. Esto evita desde problemas menores hasta el quiebre de la empresa.
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